Xalapa, Ver.- En punto de la 1 de la tarde llegamos al albergue Ada Azul, ubicado en Circuito Rafael Guízar y Valencia, en Xalapa, justo entrando por la Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UECS). 

Nos recibió Azul con una sonrisa que parecía abarcar todo el lugar y con los brazos listos para ayudarnos a bajar las donaciones recaudadas en la Universidad de América Latina (UDAL).

Mientras descargábamos los víveres y artículos para los perros rescatados, Azul apareció con un cachorrito en brazos. Con calma y cariño, nos explicó su caso: el pequeño fue rescatado en Perote, donde sufrió abuso sexual, y ahora, con paciencia, trabaja para superar el miedo que le tiene a los hombres. Nos invitó a interactuar con él como parte de su proceso de recuperación.

Luego de algunas caricias y palabras de ánimo al cachorrito, Azul nos guió al interior del albergue. 

Nos encontramos con grupos diversos de perros: gran danes, bulldogs, perros sin patitas, callejeritos y otros que brincaban emocionados sobre el piso de tierra. “Con las peregrinaciones y los cuetes, uno llegó al albergue asustado y dos se me convulsionaron del miedo” comentó Azul.

Entre saltos, arañazos y empujones llenos de felicidad, los perros nos dieron la bienvenida. Pero a lo lejos, mi atención se desvió hacia un grupo de pitbulls completamente aislados. Intrigada, le pregunté a Azul sobre ellos. Con un tono serio, me explicó que son animales rescatados de peleas clandestinas. “Son agresivos porque así los entrenaron. No puedo juntarlos con otros perros, ni siquiera con personas; podrían atacar”.

El recorrido continuó, pasando entre diferentes grupos de perros organizados según su nivel de adaptación. 

Azul ha aprendido a separarlos para evitar conflictos y garantizar su bienestar. Pero la energía de los animales es tan intensa que, después de un rato, tuvimos que salir para evitar que se alteraran demasiado.

Antes de despedirnos, Azul nos agradeció con una calidez que no necesitaba palabras. Como recuerdo, nos entregó un calendario del 2025, que están vendiendo para seguir apoyando el refugio.

Este calendario lo pueden adquirir comprándolo los fines de semana en el Parque Juárez, o directamente en el albergue.

Salimos del albergue con el corazón lleno y el firme deseo de volver, sabiendo que Ada Azul no es solo un lugar: es un refugio de esperanza y una segunda oportunidad para cientos de perros que, como el cachorrito de Perote, merecen un final feliz.

Gracias al apoyo del Profesor; Misraim Ambell y del Arquitecto Eduardo Domínguez, quienes, a través de su docencia, motivaron a los alumnos a sumarse a la causa, se logró recolectar una cantidad significativa de artículos esenciales para el refugio. 

Además, agradecemos a Enriqueta Falcón, quien nos proporcionó el vehículo que hizo posible transportar todas las donaciones hasta el albergue.

Por: Shanté Falcón