BENV: Bajo el Enjambre Normalizado de Violencia

En la Benemérita Escuela Normal Veracruzana (BENV), la violencia de género es un problema persistente que afecta a la comunidad educativa y a la sociedad en general, siendo posiblemente un elemento tan arraigado a la cultura, que identificarlo podría ser un problema.

Aunque se han realizado esfuerzos por crear un entorno seguro, persisten conductas que normalizan la agresión hacia las mujeres y en menor medida, hacia los hombres, según destaca Mónica del Rocío Arroyo, jefa de la Oficina de Género, Atención a la Diversidad y Derechos Humanos de la institución, que tiene el objetivo de visibilizar y erradicar estas actitudes.

Violencia de género: ¿un problema solo de mujeres?

El debate sobre la violencia de género ha generado múltiples posturas. Autores como Diana Russell y Susan Brownmiller destacan que la violencia de género está profundamente arraigada en la estructura patriarcal de la sociedad, donde las mujeres son sistemáticamente subordinadas y victimizadas.

Para ellas, esta violencia es una manifestación de la desigualdad histórica y cultural entre hombres y mujeres, donde el poder y el control son ejercidos principalmente por el sexo masculino.

Investigadores como Michael Kimmel y Warren Farrell han ampliado la discusión para incluir la violencia que también pueden sufrir los hombres, aunque desde una perspectiva diferente.


Kimmel, por ejemplo, argumenta que la violencia hacia los hombres a menudo se enmarca en contextos específicos, como las dinámicas de poder dentro de las relaciones y la presión para cumplir con estereotipos de masculinidad.

 Farrell, en su libro “The Myth of Male Power”, sugiere que la victimización de los hombres ha sido históricamente invisibilizada, especialmente en casos de violencia psicológica y sexual.

Sosteniendo que se ha exagerado la percepción de los hombres como principales perpetradores de violencia, y que se minimiza la violencia que ellos sufren, sobre todo en relaciones íntimas y divorcios.

Un ejemplo de esta visión pudiera ser lo que acontece en México, la Suprema Corte de Justicia considera que la violencia vicaria, donde un progenitor utiliza a los hijos para dañar al otro, afecta exclusivamente a las mujeres, basándose en la perspectiva de género y el contexto histórico de desigualdad y opresión.

Sin embargo, en entrevista, el jurista Ricardo Negroe critica esta postura, señalando que excluir a los hombres de este tipo de violencia puede violar el principio de igualdad en la Constitución, ya que también pueden ser víctimas.

Negroe argumenta que la legislación actual favorece a las mujeres en estos casos, perpetuando estereotipos y dejando a los hombres en desventaja. Según él, es necesario un enfoque legal más equitativo que proteja a todas las personas, independientemente de su género.

La situación en la BENV: un enfoque integral

En la BENV, Mónica del Rocío señala que la violencia de género se ha vuelto normal en las dinámicas de convivencia, por ello es difícil identificarla en nuestra cotidianeidad.

“Hemos normalizado ciertos machismos en nuestro espectro cultural, y aunque hay mayor conciencia, la brecha de oportunidades entre hombres y mujeres persiste”, comenta la jefa de la oficina.

A través de su trabajo, la oficina busca visibilizar no solo las formas de violencia más evidentes, como la física y la sexual, sino también aquellas más sutiles, como la psicológica y la verbal.

 “La violencia sexual no necesariamente implica una violación. Actitudes como bromas inapropiadas, piropos no deseados y contacto físico incómodo también son formas de agresión que debemos erradicar”, subraya Mónica Arroyo.

Protocolo y respuesta institucional

La oficina emplea un protocolo de acción dirigido a las escuelas de educación básica del estado de Veracruz, el protocolo de escuelas de educación media superior del estado de Veracruz y el protocolo de escuelas Normales el cual se encuentra actualmente en proceso de adecuaciones.

En caso de violencia no sexual, se opta por la orientación y mediación para evitar confrontaciones. En situaciones de violencia sexual, el caso se eleva al director de la escuela y se ofrece apoyo a las víctimas, incluso con la participación de la fiscalía si es necesario.

“El consentimiento es fundamental en todas nuestras interacciones. Muchas veces no se reconoce el daño que una broma, un comentario o un contacto físico puede causar. Nuestro objetivo es educar para cambiar estas actitudes”, menciona.

El papel de los futuros docentes como agentes de cambio

Autores como Bell Hooks han enfatizado la importancia de la educación como herramienta para la transformación social, menciona que el aula debe ser un espacio de libertad donde se cuestionen las estructuras de poder y se promueva la equidad de género.

 Este enfoque resuena con la labor de la oficina de género en la BENV, donde se busca que los futuros docentes sean promotores de una cultura de paz y respeto, subrayando que los maestros deben actuar conforme a lo que enseñan.

“Queremos que nuestros estudiantes no solo comprendan la importancia de la igualdad de género, sino que también la practiquen y la promuevan en sus comunidades”, afirma.

Retos y resistencias culturales

Aunque la violencia de género ha sido tradicionalmente abordada desde la perspectiva femenina, autores como Erin Pizzey y Helen Smith han llamado la atención sobre la necesidad de incluir a los hombres en la discusión, no solo como perpetradores, sino también como víctimas potenciales.

Smith, en su libro “Men on Strike”, argumenta que los hombres a menudo no denuncian la violencia que sufren debido a la estigmatización social y a la falta de recursos de apoyo.

En la BENV, uno de los mayores retos es desnormalizar comportamientos que la sociedad percibe como inofensivos.

La jefa de la Oficina de Genero menciona ejemplos cotidianos que a menudo pasan desapercibidos, como comentarios sobre la apariencia física o el uso de fuerza para imponer autoridad.

 “Es común escuchar comentarios que aparentan ser cumplidos, pero que pueden incomodar a la otra persona. Necesitamos reflexionar sobre estas actitudes y cambiar la forma en que nos relacionamos”, explica.

Conclusión: hacia una educación transformadora

La lucha contra la violencia de género en la BENV y en el terreno estudiantil xalapeño, veracruzano o mexicano, es un proceso continuo que requiere del compromiso de toda la comunidad educativa y familiar.

Las voces de autores y activistas que defienden distintas perspectivas sobre la violencia de género subrayan la necesidad de un enfoque integral que considere todas las experiencias y realidades.

Finalmente, Mónica Arroyo menciona: “No se trata de decir que todo lo que hemos aprendido está mal, sino de reflexionar y cambiar aquello que sabemos que puede hacer daño. Debemos replantear la forma en la que nos relacionamos para generar un verdadero cambio”.

Por: Luis Emilio Soto

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